El diccionario aragonés más antiguo, en manos de todos.

En el año 1994, el catedrático de Filología catalana de la Universidad de Barcelona Joan Solà adquiría en la librería barcelonesa de viejo Farré un singular manuscrito. Se trataba de un diccionario aragonés, que el filólogo catalán compró por si pudiese serle útil en sus trabajos de investigación dela lengua catalana, en cuanto era un documento de interés desde la perspectiva de la filología románica.

Enterada de esta adquisición Cruz Barrio, bibliotecaria del Centro Aragonés de Barcelona, se puso en contacto con el profesor Solà, que le facilitó diversas fotocopias para que pudiera evaluar sus características e interés. Con ocasión de una visita casual a la ciudad condal, miembros del Rolde de Estudios Aragoneses conocieron la existencia de este manuscrito y poco después ofrecieron a Solà la compra de este Diccionario aragonés, que se recuperaba así para la filología aragonesa y para el patrimonio cultural de nuestra comunidad.

Chesús Bernal y Francho Nagore, que llevaron entonces las negociaciones, editaron por primera vez esta obra en 1999 y ahora vuelven a hacerlo en colaboración con El PERIÓDICO DE ARAGÓN, en una edición comentada que puede adquirirse el sábado, 23 de abril, Día Aragón y también Día del Libro, por 7,50 euros más el ejemplar del diario.

Este Diccionario aragonés anónimo, subtitulado también por su autor Voces provinciales de Aragón, no es un diccionario aragonés cualquiera. Los editores concluyen que se escribió entre 1803 y 1815, lo que lo sitúa como el primero que se conoce sobre la vieja lengua del Reino, si se exceptúa el repertorio de Jerónimo Blancas para las Coronaciones de los Sereníssimos Reyes de Aragón --escrito en 1585 y publicado en 1641-- y el Borrador de Siesso de Bolea para el Diccionario de la RAE, de principios del siglo XVIII--. Sería, pues el primer diccionario aragonés moderno.

La obra original consta de 791 entradas. Los editores, en sus investigaciones, no consiguieron otorgarle una autoría. Pero sí acotar las fechas de su escritura, tanto por el léxico empleado como por las referencias bibliográficas a las que alude el autor en sus acotaciones o explicaciones de las palabras. Se sabe, eso sí, que el artífice de la obra era un hombre culto, que maneja y cita libros de escritores portugueses y franceses, además de españoles; y emplea voces técnicas de geografía, botánica, derecho, y conoce el francés, el inglés y el latín.

Es también alguien que conoce muy bien el Alto Aragón y del mundo agrario en general.

EDICIÓN CRÍTICA Y FACSÍMIL

Todos estos estudios sobre la autoría y la datación de la obra están ampliamente pormenorizados por los editores en la primera parte del volumen que se ofrece el sábado. También el estudio propio del diccionario, su contenido, su macroestructura (ordenación de los materiales léxicos) y su microestructura (la estructura de cada artículo léxico), así como los estudios de cada voz y la comparación con otros repertorios léxicos aragoneses.

La obra que ahora presenta EL PERIÓDICO DE ARAGÓN recoge la edición crítica y acotada del diccionario que realizó en su momento Chusé Ignazio López sobre una primera transcripción, que los editores revisaron y ampliaron con anotaciones a pie de página. Y claro, por supuesto la edicción facsímil de esta auténtica joya recuperada para nuestro patrimonio lingüístico.


"Una joya del patrimonio"

La coincidencia del Día de Aragón (día grande de nuestra comunidad autónoma) con el Día del Libro en este 23 de abril es una coincidencia feliz. Feliz, sí, porque sintetiza lo global y universal con lo local y cercano, y porque pone sobre la mesa el ideal de un pueblo que debería saberse (más de lo que se sabe) libre, plural, con historia, con futuro, abierto al mundo y- por todo ello, culto.

Desde hace años, EL PERIÓDICO DE ARAGÓN ha sabido interpretar a la perfección esta sintonía, ofreciendo a sus lectores, en el día de San Jorge, publicaciones que ponen en valor nuestro patrimonio cultural y que contribuyen a un mejor conocimiento de nosotros mismos, de nuestro pasado y de nuestras posibilidades.

Este año, la propuesta gira en torno a una peculiar historia: la de un manuscrito de los primeros años del siglo XIX titulado Diccionario Aragonés, de autor anónimo, recuperado en Barcelona (con el decisivo concurso de Cruz Barrio, bibliotecaria del Centro Aragonés de la ciudad condal), y editado por Rolde de Estudios Aragoneses, con la colaboración de Consello d'a Fabla Aragonesa, en la segunda mitad de la década de 1990.

La publicación de este Diccionario, con transcripción y edición crítica a cargo de los filólogos Chesús Bernal y Francho Nagore, y reproducción facsímil del manuscrito, que EL PERIÓDICO reedita y difunde casi veinte años después, no solo pone a disposición de los aragoneses una interesante pieza de su patrimonio. Además, actualiza la conciencia sobre el aragonés: una lengua romance, procedente del latín, como lo son el castellano, el catalán, el gallego, el asturiano, el francés, el occitano, el italiano o el rumano entre otras.

Una lengua que fue de uso cotidiano en el reino de Aragón. Una lengua en la que se vertieron fueros, reglamentos y disposiciones, que fue lo que hoy denominaríamos "oficial". Una lengua culta a la que se tradujeron obras clásicas y bestsellers medievales (¿qué otra cosa fue, si no, en pleno siglo XIV, el Libro de las Maravillas de Marco Polo, traducido a esta lengua por el aragonés de Munébrega Johan Ferrández d'Heredia?).

Una lengua en serio riesgo de desaparición y que debe ser protegida y valorada como un elemento de nuestro patrimonio, y como "algo más".

Porque, además de todo lo dicho, el aragonés es una lengua que, como todas, constituye una forma de entender el mundo, y nos enriquece a todos. Como vehículo de expresión, como puente y no como barrera, es como lo conciben las asociaciones (Rolde de Estudios Aragoneses y Consello d'a Fabla Aragonesa) que en su momento se embarcaron en este proyecto editorial, y que se congratulan de la iniciativa de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.


Iniciativa que, por último, muestra un compromiso de defensa de un patrimonio seriamente amenazado, del que todos los aragoneses somos responsables, como piedra angular de una identidad que debemos construir día a día sin complejos, sin exclusivismos y con confianza en nuestras posibilidades. Más libres y más cultos.

Fuente: elperiodicodearagon.com

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